Recuerdos que a nadie le importa



Sentado en el sillón miro a un niño llorando por la ausencia de su madre, eso me recordó que tenía que ir al baño a tirar el miedo, a lo lejos escucho a alguien decir que apoya a su novia en todo momento, a pesar que su novia se la anda fajando otro wey, que gran pendejete.

De regreso al sillón se me vienen a la mente recuerdos que creía haber olvidado, aquí algunos que me acuerdo por el momento:

Una vez me cambiaron por un celular, antes era bien pendejin (ahora soy menos), creí en el cuento de que lo mando mi hermano para mi mama, meses después descubro que el otro se lo había regalado a la que entonces era mi vieja, y yo de inocente, snif.

Cuando iba en la primaria llame a un canal de televisión de Villahermosa, donde salía una botarga toda jodida llamada “Robotín”, este intento de robot aparecía volando con solo frotar una moneda o ficha, no recuerdo bien, el caso es que llame para ganarme no se qué madre, por estar peleando con mi hermana, el conductor que era un payaso, se canso de decir quién habla y termino por colgarme, esos fueron mis únicos segundos de fama en televisión.

La primera vez que deje de creer en la iglesia fue cuando a mi grupo de catecismo nos mandaron a confesarnos, cuando era mi turno para pasar, vi que el padre tenía en sus piernas a una vieja que iba con nosotros, lo más extraño es que no eran familia, la vieja en cuestión no estaba cansada para cargarla de esa forma, no comprendí porque estaba en sus piernas, temí estar en esa situación, mejor me hice wey todo el tiempo y no pase a confesarme, aun así comí la ostia, y aquí sigo viviendo en el pecado.

Los primeros gritos eróticos sexuales reales de una vieja (aquí no tomo en cuenta las porno) que escuche, no fueron de mi primera vez, esos sonidos los escuche en un viaje que hice con unos amigos a Guadalajara, por alguna extraña razón que hasta ahora desconozco (y demás involucrados también desconocen), apareció una vieja en nuestro cuarto, y un amigo valiéndole que estábamos ahí todos “según dormidos”, se dio el lujo de merendarse a esta vieja, solo nos limitamos a escuchar y no hacer ningún movimiento para que la vieja en cuestión no se diera cuenta que estábamos despierto, ha qué tiempos aquellos me cae de a madre.

Al primer circo que fui estaba bien mojón, creo que hasta traía leche en el hocico, nos llevo el mayor de mis tíos, era el circo del chavo del 8, el cual no era cierto, resulto ser un chavo muy pinchurriento, que su único chiste era sostener un palo de escoba en la mano, esa era toda la mamada que hacía, desde entonces no he entrado a otro circo.

Recuerdo que la primera vez que entre a un cine, por alguna extraña razón, cosa del destino, ignorancia de mis papas, o desde entonces dios juega conmigo, vi una película de la india maría, no mames, no mames, y para ganar lugar (no sé cómo se atrevieron mis papas en hacerme esto, ¿porque dios?, ¿Por qué?), entramos antes que empezara la película, y me chute el final de “fiebre de amor”, donde luismi se fajonea a lucerito, no mames, no mames.

Estos fueron unos de tantos recuerdos que por alguna extraña razón se me vinieron a la mente esta tarde, otro misterio más del universo.


Medorio.



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