Sutra 0

Le pregunte a mi tía:

- Tía a ti nunca te espantaron cuando pasabas por ese callejón.

No, cuando tuvieron la oportunidad de espantarme no lo hicieron, decían que todas las personas que pasaban por ahí se llevaban un buen sustote, contaban que veían sombras y que escuchaban ruidos muy extraños, escuchaban los pasos de un niño llorando, todos salían corriendo del callejón muy espantados, yo no lo creía y un día decidí pasar para ver si era cierto todo lo que se decía en el pueblo.

Mi primer error fue pasar en la mañana, no se formaba ninguna sombra y todos los niños estaban en la escuela, además que a las personas que espantaron habían pasado en la noche por ese solitario callejón, así que me arma de valor y decidí pasar cuando todo estuviera oscuro, me decían que no fuera y mucho menos sola, aun así nadie me quería acompañar, ya había tomado la decisión de pasar por ahí y no me podía echar para atrás, espere a que todos los de la casa estuvieran dormidos y poder salir sin que nadie me viera.

- ¿y qué paso tía Ruperta?

Paso que cuando iba caminando por el callejón escuche unos pasos y vi las dichosas sombras, no te niego que en un principio si me dio mucho miedo y con ganas de salir corriendo de ahí, pero era más mi morbo de saber que pasaba que mi miedo, seguí caminando muy despacio, escuchaba más de cerca el quejido de alguien, cuál fue mi sorpresa al ver a la esposa de don Filiberto que le ponía con el muchacho de la farmacia, me decepcione al ver que solo era eso lo que provocaba el miedo a todo el pueblo, jamás volví a pasar por ese callejón.

- tía, eso puede explicar los quejidos y las sombras, ¿pero los pasos y el niño llorando que eran entonces?, no lo sé, pero ya no quise pasar por el callejón y descubrir que solo son las gatas del pueblo, y hablo de las que tienen cuatro patas.

- haaa, que sabia es mi tía Ruperta, y ya.